lunes, 17 de mayo de 2010

Mi Piace “La Copa del Mundo”



Tan sólido, tan condesado y lógico. No recuerdo un objeto tan perfecto como la copa del mundo, compararlo con otras copas o trofeos es un insulto, su nivel de representatividad humana es tan alta que bien se merece ser lo que es. Ya se dieron cuenta que hablo de la copa y no el torneo, que si bien el torneo lo espero con ansias cada cuatro años, es ese pedazo de oro y malaquita diseñado por un inspirado Silvio Gazzaniga el que se eleva para coronar a los reyes del mundo sin discusión valedera. Precisa y compacta, aguerrida y elegante, pacificadora y jodidamente deseable y besable, adjetivos y adjetivos podría seguir lanzándole porque algo tan maravilloso en concepto y ejecución, tan comprensible en todo estrato, tan simbólico merece ser vanagloriado. Yo la miro de lejos, porque se que nunca va a ser mía, pero eso no me priva de admirarle. Es bueno entonces ya que estamos en épocas de su torneo que recuerde sus primeras imágenes en mi mente. Quien no va a recordar a Maradona besándola en todas las fotos, o la primera replica de plástico que tuve en mis manos, de esas llenas de dulces (cosa que deberían repetir), si cuando tuve esa copita el año noventa jugué todo un día descalzo en la arena lluviosa a que reinaba el mundo, esa noche también conocí a los zaballones pero esa es otra historia. Se viene el estallido.

martes, 4 de mayo de 2010

sonriso


Conectaba feliz su nueva cámara a la pc, hoy había sido un día fructifero, mil quinientos treinta y siete fotos, es lo que había sacado con cuidado y si hubo ráfagas fueron cortas y precisas (se decia en su mente), y quizas la cámara era nueva, pero sus métodos aprendidos eran antiguos y refinados. Ya había deshabilitado las opciones de pantalla, y había delirado en cada toma, ahora solo sustraía cada captura de alma, y sin siquiera darle un vistazo las quemaba en disco. Lo puso en la pila de discos de la semana y pensó como siempre hacía. "Diario es lo que quiero, otra cosa no tiene sentido" mientras lanza el pequeño pendrive que venía de regalo con la cámara. Sonríe entonces ante lo inevitable del "progreso", mucho tiempo pensó en diario con los rollos, luego los cds y ahora los dvds, "el formato tarde o temprano cambia, la esencia es infinita" "ademas quizas tengan buen bote", sonrió y durmió, el día no daba para entregar más.

 
Esta parece una buena mañana pensó para si, mientras aceleraba hacia el campo, hoy vería algo especial, sabía por los chivatazos y sus corazonadas que este viaje no sería en balde. El clima que estaba en su punto mas fresco le acompañaba, las nubes ni prometían ni negaban, pero daban ese ambiente de relajo que ahora tanto buscaba, cincuenta y siete kilómetros y tres cuartos mas tarde había llegado al barrio de la Campera, se armo de colgandijos y perereques aunque tiene una idea vaga de lo que va a hacer, siempre es mejor estar preparado para el fluido de ideas. La cancha esta detrás dos cuadras pasando el montecito, le habían dicho. Sorpresa extra la piedra pequeña de sombra turca que encuentra en el montecito, setenta y tres disparos luego la puede alzar, la mira por todos lados y como siempre no puede devolverla a su sitio, la descalicha contra el suelo quedando libre para su llegada al cuadrilatero.
Hoy era la finalísima del campeonato interbarrial, los locales (suertudos por sorteo) de la Campera con su equipo los "Nomuchachos", contra los campeones reinantes "Muchadosis" del barrio Brígida. No sabía donde enfocar, la espera lo mataba y le imbuía de vida al mismo tiempo, hace mucho que no se sentía así, pero sabía que esa espera tendría que ser coronada y no sabía que tan rápido sería olvidada. Supo que era él en el instante que sus chuteras acariciaron la grama, dioss, gracias a su rapidez y la de su equipo habia estado tomando el contacto uno por uno, y alcanzó el primero de este sujeto, la plasticidad le llenó de temor, si eso regala sin pelota. Y cumplió con creces, pases pisando el balón, cañonázos canónicos, rabonas antológicas, testarazos de libro, pausas estratégicas, incluso dos pases de rodillazo que rompían todo paradigma, inalcanzable e indescifrable para la ferrea defensa de los muchadosis. Todo en el irradiaba ese liderazgo, y la lluvia que empezó a caer en el segundo tiempo amplió su brillo al infinito, planos de cuerpo entero, defensas desparramados, el barro liberandose entre el balón y la cancha, la malla inflada y su grito desatado. Los muchadosis eran un equipo bien armado y sólido, asi que el cinco a tres con el que acabó la guerra les dejó contentos, habían visto a la bestia y podían contarlo a sus nietos. Su sonrisa al alzar la copa era compartida por el barrio y los flashes, y nada mas. Casi logra captar la transformación, pero esta no le interesaba, como al pájaro triste, al pintor de tiza, al cantante de micro y a tantos otros los quería en su gloria. Pero si se acercó a comprobar lo que faltaba. Y en efecto este jugador de barrio que de talento pondría de rodillas a cuanto zátrapa en la historia halla osado a la victoría, se alejo en eso exactamente, no conversó con nadie, y entro en su casucha en el barrio la Campera del cual había jurado no salir jamás.

 
Cincuenta y siete kilómetros y tres cuartos mas tarde un cigarro iluminaba la noche, si bien no era fin de mes, hoy tendría una sesión de esas mensuales, la cosecha del día había sido tan buena que lo merecía. Encendió entonces la fogata en la orilla. Y vió como el disco de la anterior semana se consumía en el fuego. Se levantó con la memoria en la mano derecha y la lanzó con todas sus fuerzas. "Si había tenido buen bote, y sonrió".